El filósofo Olivier Clerc en La rana que no sabía que estaba hervida
cuenta cómo si lanzamos una rana a un recipiente con agua caliente, el
animal salta instintivamente ante lo que siente como una amenaza a su
vida. Sin embargo, si la introducimos en una cazuela con agua fría y
subimos lentamente la temperatura, se va adaptando insensiblemente a las
nuevas circunstancias, al tiempo que va sintiendo un sopor y un
cansancio invencibles. Cuando la temperatura es tan alta que resulta
letal, la rana, agotada, exhausta, ya no tiene recursos para reaccionar,
y muere.
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